quarta-feira, 29 de setembro de 2010
Jorge Arias #1
Viernes, 17 de septiembre, 2010 - AÑO 11 - Nro.3749
http://www.larepublica.com.uy/cultura/424132-festival-teatral-de-porto-alegre
Alkohol, Tobari, Hamelin, Dias felices y Video portraits
El lanzamiento del décimo séptimo Festival Internacional de Teatro de Porto Alegre fue con un almuerzo en el restaurant Boris, con el que se agasajó a las autoridades municipales y a la prensa. La apertura artística en el teatro del Shopping Bourbon estuvo a cargo de Goran Bregovic.
El título de la presentación de Goran Bregovic con su Orquesta de casamientos y funerales, Alkohol (Serbia) fue subrayado por el vaso con un líquido dorado. Posiblemente el "mago rubio" que invocaba Juan Carlos Abellá, que sostuvo en la diestra Bregovic, un hombre que es un show aparte.
Aparece ya comenzado el espectáculo (duración: dos horas y media), vestido con un luminoso traje blanco; luce un adorno plateado que cuelga como una condecoración. Su orquesta (diecisiete músicos) causó en los jóvenes entusiasmo y batir de palmas: hubo parejas que se besaban, casi todos saltaban, alzábanse los brazos. Oímos elogiar la bullanguera banda de metales, el grave sexteto vocal, las cuerdas gitanas, las cantantes búlgaras que miraban a los espectadores de las primeras filas; pero a partir de los primeros quince minutos tuvimos la sensación de estar empaquetados en el mismo ritmo, música de circo o de feria, banda militar. Algunas reminiscencias del cante jondo, a cargo del Alen Ademovic, también baterista, nos hicieron soñar; pero fue un instante.
Tobari (Japón) danza Bu Toh, no tiene ninguna relación con lo que llamamos "ballet", pero la única definición adecuada en nuestro idioma es "danza". Vemos nueve bailarines, vestidos o pintados de un blanco que sugiere el mármol de estatuas en movimiento, sobre una escenografía mínima, de pura luz; en parte una cinta blanca que separa la escena del fondo del escenario, una cambiante noche estrellada. La acción es de un movimiento muy lento, no menos difícil que las "pirouettes" o "double tours". Los sentimientos que suscita "Tobari" son entre religiosos y estéticos, como si para el Japón fuere imposible la idea de un arte puro, de un "arte por el arte". Hay un sentido de unción en todo el espectáculo: no es un rito, ni una ceremonia, pero tampoco es entretenimiento o pasatiempo. Cuando salimos sabemos que vimos algo que no podemos definir, que admiramos, que nos sorprende sin querer sorprendernos, que nos deja una honda sensación de respeto y aprecio.
Hamelin (Río de Janeiro) de Juan Mayorga, de quien se exhibe en Montevideo El camino del cielo, plantea, a través de una investigación judicial el tema de la pedofilia: como en La duda de J. P. Shanley, casi justifica la afición. El final (no hay un desenlace) es un signo de interrogación, que cuestiona a los cuestionadores. La puesta en escena complica un trama clara y distinta narrándola al mismo tiempo que la tenemos ante nuestros ojos: no hay una pausa en el diálogo que no sea acotada por algún narrador honorario que dice "silencio", como si no advirtiéramos que alguien calló. La relación de la pedofilia con el flautista de Hamelin, tan importante que llega al título de la pieza, nos fue inexplicable: en particular no entendimos la similitud de los niños con los ratones. Entendemos que no razonan, pero esto es un fenómeno universal.
Dias felices, (Estados Unidos-Italia) con dirección de Robert Wilson (Waco, Texas, 1941), que ya dirigió en el festival del 2009 Cuarteto de Heiner Müller. Los refinados efectos de luz gratos al director están bajo control y adecuados al espíritu de Beckett. Winnie, por Adriana Asti (1933), primera esposa de Bernardo Bertolucci, está en la cima de un siniestro montículo negro recortado bajo un cielo de luz cruda que forma una aureola sobre la actriz. Puede preferirse la versión de Peter Brook, pero esta puesta en escena, sin mengua del virtuosismo del director, es impecable.
Vídeo portraits, de Robert Wilson en el Santander Cultural, es una exposición, desarrollada en dos plantas, de retratos filmados, con sonido y movimientos. Los modelos son casi siempre célebres (Johnny Depp, Brad Pitt, Isabelle Huppert, Jeanne Moreau, Gao Xingjian, entre otros). Los retratos, fijos en la pared, tienen movimiento dentro de sus marcos. Al cabo de unos instantes de contemplación, los modelos pestañean, parpadean, a veces le llueve encima a un Brad Pitt en calzoncillos, que agrede con una pistola de agua; a veces les recorren el cráneo letras como hormigas (Gao Xingjian). Hay una perfección, un poco impersonal y otro poco distante; y no pudimos avaluar qué parte de la perfección se debe a apoyos técnicos y qué parte proviene de la inventiva del autor.
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